sábado, 18 de febrero de 2012

LA VIDA

LA VIDA


La vida ¿Qué es la vida? Sino un instante fugaz. Cuando pequeños, disfrutamos de ella pero no tenemos conciencia de su existencia, de jóvenes estamos tan apurados por experimentar, conocer, afirmar nuestra personalidad, en la búsqueda de la pareja, soñando con el porvenir que no tenemos tiempo para pensar en ella. De adultos estamos centrados en nuestros hijos o en nuestros objetivos que requieren toda nuestra atención, pensamos en el futuro y en producir para llenar nuestras expectativas y las de otros. Llegamos un día tras otro a la casa cansados, siempre tratando de disfrutar los pequeños instantes que el tiempo nos brinda. Es un periodo que tampoco nos permite sentir que estamos transitando por la vida y que ya tenemos hecho las tres cuartas parte del camino, nos sentimos dueños del tiempo, como si nos perteneciera. Aun somos  jóvenes como para pensar que  “la vida “puede cesar de un momento a otro. Los mejores años vienen después, cuando has ido cumpliendo tus meta y comienzas a saborear el fruto de tu esfuerzo y ya no todo gira en torno tuyo y otros comienzan a ser los protagonistas, entonces haces un alto en el camino y miras hacia atrás, tu presente y el futuro incierto y comienzas a desear tener la vitalidad de aquel entonces, con el nivel de conciencia de ahora y el cumulo de experiencia atesorado, quieres recuperar el tiempo y por sobre  todo el  compartido con tus seres queridos, los únicos que importan al final del día. Comienzas a tomarle el peso al buen criterio, a la sensación de paz, a la calma, a no contar el tiempo, a la falta de presión,  a una sonrisa que termine en carcajada, a una palabra amiga, un consejo sano, una caricia, un atardecer, una noche estrellada, un instante de silencio, un gesto amable, un buen libro, a saborear la comida, a una conversación amena, al sonar de las olas. Comienzas a darte cuenta de cómo todo lo creado esta en armonía andando al compás de una misma melodía y que siempre ha estado allí para ti, ha sido un regalo a nuestros sentidos y ha pasado desapercibido como una gota de rocío, cristalina y gordita que al darle el sol se torna en arcoíris y se rompe en mil pedazos, esfumándose en la caída. Empiezas a pensar en las decisiones de tu vida, en porque estas donde estas, en los afectos que has logrado y comienzas a soñar, quieres vivir intensamente y a desear no preocuparte por los años venideros porque el mercado ya no te acepta, dándole paso a otros que ahora como tú en algún momento, van sordos por la vida a su corazón. Ojala algunos pudieran ver, sentir, palpar y escuchar al rio que llevan dentro, que no se detiene y que va cargado de magia para galardonar hasta tus días más duros y tristes. Dios, ese que en un soplo te dio la vida, te ha estado viendo andar y progresar, se ha sentido ajeno a tus éxitos porque pareces no compartirlos y ahora que el silencio muchas veces te acompaña, puedes sentir que existe que te acurruca en tus noches en vela y te da esperanzas en el día a día. Él, es esperanza y suspira porque tengas fe en él, para darte paz, tranquilidad, para enseñarte a apreciar lo sencillo y que no se necesita tanto para vivir plenamente y a confiar, en que nunca te abandona que las cosas generalmente tienen un porque y su momento que todas nos dejan algo a su paso que nos permite crecer en sabiduría y a entender la felicidad de un instante.


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