viernes, 24 de febrero de 2012

La cruda realidad

UNA COSA LLEVA A LA OTRA



El otro día leía un artículo en que un individuo frustrado hablaba de la mediocridad de Venezuela y sus habitantes, en circunstancias que en los países desarrollados se descubrían cosas, había iniciativa, se apuntaba a como mejorar los servicios y la calidad de vida de sus habitantes, entre otras muchas cosas. Lo que no sabe esa persona es que lo único que hace un venezolano todos los días es tratar de sobrevivir. Pasa el día en un tráfico infernal porque por años no se ha hecho ni una sola vía nueva y el mantenimiento brilla por su ausencia, es el país del petróleo donde los hoyos de las calles proliferan, si no, te dedicas a buscar de un automarcado a otro, todos los productos que escasean, gracias al control de precios o la tardanza de las autoridades para otorgar los dólares que se requiere para las importaciones, si no, son los medicamentos que no puedes suspender y se han evaporado de las farmacias o al caminar por sus calles o centros comerciales tienes que hacerlo con la cabeza como la del exorcista o con un ojo en la espalda para que no te asalten, te claven una aguja o te secuestren, si vas a una discoteca alguien se tiene que quedar en la mesa cuidando los tragos, no valla a ser cosa que te echen algo en la bebida y te droguen, ves todos los días como la impunidad y la injusticia campean. El ser humano para crecer y desarrollarse, sentirse estimulado, creativo y con iniciativa, requiere libertad, seguridad, paz de espíritu, saber que goza de oportunidades que sus ideas serán acogidas que nadie te va a expropiar que vas a tener oportunamente el dinero que necesitas para importar, que nadie regulara los precios o sacara una Ley absurda que echará por tierra todos tus sueños. El venezolano pasa el día tratando de satisfacer sus necesidades básicas y cuando llega a su casa esta abrumado y cansado de tanta incertidumbre y perdida de tiempo.

El venezolano mientras exista un gobierno como este, no tiene esperanzas y sabe que se ha perdido una generación de gente preparada que sale a la calle y si consigue un puesto de trabajo, le pagan una miseria fruto de un bolívar devaluado, con el adicional de una inflación galopante. Bajo estas circunstancias es casi imposible que tengamos la vista puesta en el futuro y que tengamos imaginación, obviando todo lo que sucede. La sensación es de impotencia, de desanimo. No conocíamos el “no se puede”. Creíamos que todo dependía de nosotros por que el sistema te lo permitía. Los estudios siempre fueron gratis desde primaria hasta la universidad si no tenias ingresos suficientes,  habían puestos de trabajo para los venezolanos y para todo aquel que quisiera llegar, la inflación materialmente no existía, comprar un departamento no era drama, había estado de derecho, respeto por la propiedad privada, las leyes eran estables, no te las cambiaban todos los días por la conveniencia de unos pocos… era otra Venezuela.

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