Florencia
Florencia es una ciudad mágica, llegamos a ella cuando había caído la tarde y sus calles se iluminaban con faroles de luces color durazno, sus tiendas son pequeñas boutique con pañuelos y carteras de ensueño, caminos adoquinados, muros de piedra, restaurantes con paredes de vidrio y flores te salen al encuentro, arcos, columnas color oro y azul, museos, el rio Arno baña los cimientos de la ciudad entre puentes colmados de personas, olor a pasta y piza, puestos de helados deliciosos, hoteles camuflajeados entre construcciones milenarias, personajes del lugar tallados en piedra se asoman por los muros de sus construcciones contándole historias a los transeúntes, una colina se encima sobre un lado de la ciudad con pinos largos con ínfulas de llegar al cielo y arboles estáticos que no se despeinan con el correr de la brisa entre casas de dos y tres plantas, nada es demasiado alto salvo la cúpula del Domo que domina la ciudad. Llegas a temer encontrarte de frente con hombres de capa, bota y sombrero emplumado como Leonardo DaVinci, esculturas permanecen inertes expectantes ante la multitud. De pronto una voz de un alcance insospechado paraliza al caminante que se para sorprendido a escuchar embelesado a un cantante enamorado de la música. Cuando entras en Florencia es como si te asomaras en el túnel del tiempo y vieras el ayer, inundándote con su esencia y sin apenas darte cuenta, te musita al oído “te tatué en la memoria ¡Florencia! para que vuelvas pronto”.
Maravilloso, fue maravilloso, nunca olvidaré tu cara cuando te encontraste con el domo, será de las. Ultimas imágenes q recuerde antes de morir
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